Silencio... Volví. Viva, pero no tan sana. Al principio pensé que eran los disgustos de las últimas dos semanas, razón por la cual estuve también alejada del mundo bloggero.
¿Por dónde empezar? ¿Por las angustias o por los síntomas?
Tuve una discusión - aunque no se puede llamar discusión a algo que no es cara a cara -, discordancia, mal entendido, pelea, diferencia, o como más gusten llamarlo, con dos de mis mejores amigos en Argentina. Situación que evidentemente no puedo arreglar por la distancia, situación que recrudeció con el paso del tiempo y que me dejó congelada un par de días.
A todo esto la mudanza avanza, a medias, pero avanza. Ya saben que lo mío no son las mudanzas. El nuevo hogar es maravilloso. Esta vez Ramy y yo empezamos de cero, juntos. Elegimos un cuarto hermoso, con una puerta ventanal enorme que da al balcón, y tiene otra ventana más pequeña del otro lado. De noche las abrimos de par en par y ni tenemos que usar el aire acondicionado. Un milagro del cielo por estas regiones del mundo. El balcón da a un jardín (algo totalmente exótico por estos pagos) de un vecino, lleno de árboles, así que el viento que corre es hermoso. Vuelvo a repetir, y sé que peco de insistente: un milagro.
En casa sólo queda Cécile, que desde que Francois partió, vive en el trabajo o encerrada en su cuarto chateando con él. Es un poco raro, ya no compartimos absolutamente nada, aunque aún existe como una especie de fantasma en la casa, que ensucia el baño, deja luces prendidas por todas partes, platos sucios, etc. Se la nota triste, ausente y distante. No es muy agradable la situación, pero bueno, a fin de mes será la última en marchar.
El resto del grupo se ha ido, y sinceramente se nota la ausencia. La partida que más me dolió fue la de Murielle, a quien realmente le había tomado mucho cariño. Murielle es super alegre, muy fácil de charlar - y saben que si de charlar se trata, yo siempre soy materia predispuesta. Tener una visión femenina de Egipto siempre es un punto a favor y Murielle era lejos las más experimentada: vivió en Egipto 2 años.
¿Qué más? Un desencuentro con mis viejos, que marca nuestros desencuentros pendientes de toda la vida, también me tuvo un poco mal un par de días, aunque con su arrivo inminente, traté de poner trapos fríos a la situación para que todos tengamos una semana en paz. Será cuestión de hacer mucha meditación la semana que viene.
La gota que colmó el vaso
Y por último, hoy casi me quedo viuda porque estuve a punto de asesinar a mi esposo. Sucede que estaba yo trabajando lo más tranquila, a punto de enviar un trabajo urgente, cuando de pronto, en el instante que cargaba mi archivo, se cae Internet. Ramy olvidó pagar y cortaron Internet.
Como ustedes sabrán, después de varias malas experiencias con los egipcios, en general no me traslado sino es en metro - tomar el taxi sola ni en pedo - y trato de no salir si no es con Ramy. Es un mal que aqueja a todas las mujeres en Egipto, especialmente sin son extranjeras. ¿Cómo saldría al mundo exterior, sola, en búsqueda de un lugar con Internet?
Sin pensarlo, puse mi compu en la mochila y salí a la aventura. Mi primera parada fue Pizza Hut a sólo 3 cuadras de casa. Ante mi resistencia a hablar árabe, y la imposibilidad de todos los empleados a juntar 2 palabras en inglés, llamé a Ramy - puteada de por medio - para que les explicara lo que quería. Mi imposibilidad de hablar árabe se deben básicamente a: 1) yo creo que no puedo hablar árabe, 2) cuando me agarra bronca ante tremenda sociedad intolerante y violenta, no me salen las palabras en modo de protesta, como forma de no respeto cultural y 3) porque yo creo que no puedo hablar árabe.
Internet no funcionaba. Salí de Pizza Hut desesperada. Ante la desesperación los seres humanos reaccionan de dos maneras: o se hunden, o flotan y sobreviven. ¿Yo hundirme? Jamás. Esa no es una opción. Eran las 2 de la tarde, el calor era inaguantable, pero yo tenía que entregar mi trabajo. Corrí de vuelta al boulevar y olvidándome de todas mi idiotas razones por las cuales no hablo árabe en la calle, de que no tengo que tomar taxis sola, y de que todos los hombres egipcios son una bosta, miré atentamente, dejé pasar dos o tres taxis que no me parecieron buenos - si, acá los taxis se eligen, toda una historia aparte - y de pronto extendí mi mano y paré uno. Mi instinto no me falló. ¿Yo hundirme? Jamás.
Sin darme cuenta en el momento, hablaba árabe más rápido de lo que los franceses hablan después de 8 meses, las palabras que jamás recuerdo en clases y que re pregunto 500 veces fluían de mi bocota sin parar, y me puse a ver con el taxista cuál era el McDonalds más cercano que pudiese tener Internet. Cómo hice y qué dije, aún no tengo idea, es como que mi cerebro se nubló, instaló el chip "árabe" y puso 5ta.
El taxista un fenómeno, trataba de hablarme en inglés lo que mejor podía, pero yo fiel a mi chip cerebral seguía contestando en árabe. Finalmente, después de un par de vueltas por el barrio, llegamos a Midan El Tahrir, en el corazón de la ciudad, y me dejó en el McDonalds enfrente de la Universidad Americana.
El gran problema de los taxis aquí es que no tienen taxímetro. Tomarse un taxi es siempre una pelea, un regateo constante que muchas veces se torna violento. Imagínense lo que puede llegar a ser para un extranjero que no maneja bien el idioma: o te dejás estafar, o vas muerto. Saqué de mi bolsillo 10 Libras Egipcias (menos de U$S2), el doble de lo que tendría que haber pagado prácticamente.
Pero pensé: él debe estar tan cansado como yo del manoseo - de extranjeros que viven de arriba, y de egipcios que regatean constantemente porque no les alcanza para vivir. El viaje me sale menos de U$S2, el tipo se portó de diez, y él no sabe que toda su ayuda para mí vale todo mi trabajo (es decir, una fortuna). Me pareció justo. ¿Valía la pena regatear? No.
Es la primera vez que veo a un taxista egipcio agradecer tan cortésmente. Me bajé rápido y gracias a Dios McDonalds tenía Internet funcionando. Entregué mi trabajo, escribí un rato y me dispuse a volver a casa.
Pero cuando estaba saliendo, recordé mi amada librería en la Universidad Americana, así que entré, me compré un par de cosas, dejé pasar el mal humor, y entré triunfante en casa. Señoras y señores: hablo árabe, tan aparatosamente como hablo español. Y recién van dos meses.
La enfermedad
En fin, para aquellos que aman la psicología, y que les gustaría profetizar sobre mis malas pasadas gastrointestinales relacionándolas con mis últimas desventuras, lamento decirles que están equivocados.
Después de pasar, el último domingo, por mi 4ta gastroenteritis, me diagnosticaron con un parásito. Mañana tengo la consulta con el médico de la aseguradora para que me cubra todos los medicamentos. Por el momento, creo que no habrá más jugo de sandía para mí. Adiós a mis desayunos en la cafetería con jugo de pera y un más largo adiós a mi adorados shawarma de Gad.
Pero todo se cura: inclusive las desventuras. Y sino, ¿quién me quita lo bailado?... O mejor dicho, lo hablado ;o)
Regi
xxx
...qué vida de mierda, por dió...!
ResponderEliminarNo me diga eso amiguito, que ayer justamente me volvió la cagadera!!!
ResponderEliminarFelicitaciones Doctora por su empoderamiento. Consejo para el turco: Poné la cuenta de internet en débito automático si no querés terminar muerto. Podés vivir sin lavarropas, pero sin internet, no.
ResponderEliminarRegi, traducíselo al árabe... jajaja!
Bueno me alegra que estés bien! y empoderada. Cuídese mucho la salud y coma cosas pasteurizadas por dios!
Un besote
Pablo
"Empoderado" me suena a "Poderone": No era ese el nombre del amigo de Johnnie Tolengo, o soy el único viejardo que lo recuerda...?
ResponderEliminarAy amiguito! No, el nombre viejardo creo que le queda chico, lamento decirle.
ResponderEliminarMuchas gracias Pablito, el turco será informado. Lamentablemente, no existe el débito automático acá :o( Sino haría como en Argentina...
Regi... nada de verduras de hoja!
ResponderEliminarNo comas tantttta fruta junta...
jja y tranqui... si hace falta matá a algun árabe!
Vicky
:0)
ResponderEliminarOuch! Lo de la psicología me dolió...! jiji! Me alegra que hayas sido empática con el pobre taxista....Los tercermundistas nos comprendemos entre nosotros...jeje!
ResponderEliminarAh! y felicitaciones por tu árabe! (el idioma digo eh! jaja!)...No te dije que tenías elevadas habilidades lingüísticas?!
Besotes,
Pablo R.