miércoles, 6 de abril de 2011

Perdida en la ciudad

Rosario no es una ciudad muy grande en términos egipcios, sin embargo perderse a veces, puede ser muy fácil.

Ramy nunca se pierde, él va a todas partes con su GPS (hasta que se lo choreen, de más está decir). Yo por mi parte, alejada de la lectura placentera o de la descarga psicológica de mi blog, vuelvo más perdida que “turco en la neblina” (frase que suele causarle a Ramy muchísima gracia).

Hace mucho que no escribo, es cierto, pero no por ello anduve tranquila. No hice otra cosa más que andar a los saltos, ocupadísima, perdida… de tantos trámites y papelitos por firmar.

En primer lugar podríamos nombrar el trámite de la visa de residencia de Ramy. ¿Qué les puedo decir? El policía de la seccional correspondiente a nuestro domicilio nos hizo un papel sin mirar ni un solo documento. Como bien nos dijo: ¿y qué querés flaca, que te la complique? Parece ser que mi obediencia a la legalidad parece una reverenda pelotudez para este policía con lentes de sol adentro de una oficina en las penumbras, con aspecto maquiavélico y rostro de tano mafioso.

Ramy no puede creer que por todos lados se puedan hacer trámites tan “fácilmente”, con gente que no pide tarjetas de identidad ni verifica la información.

Después vino el tema de los nombres… los nombres… ¿Cómo explicarle a un burócrata del Estado Nacional Argentino que los egipcios son re banana y no tienen apellido? ¿Cómo les digo que su único nombre es Ramy, que lo que viene después son el nombre del padre, del abuelo, del bisabuelo y del tatarabuelo, y que después de todo ese mamotreo, no existen los apellidos en Egipto? Imposible. Así que se me ocurrió toda una historia: el tatarabuelo y el abuelo tenían el mismo nombre (obviamente el padre – el bisabuelo – le puso al hijo – el abuelo – el nombre de su padre – tatarabuelo). ¿Se entiende? Y por lo tanto (para los que me siguen), le expliqué a la de Migraciones, los otros dos nombre (el del padre y el del bisabuelo), son simplemente los nombres del padre y del abuelo.

Para los que aún no entienden: Ramy Nasr, es en realidad: Ramy Mohammed (padre) Nasr (abuelo) Ateya (bisa) Nasr (tatara). Pero resulta que ante mi tan elaborado plan, la de Migraciones solo se quedó con la boca abierta y no supo para dónde salir disparando. Obviamente, disparó hacia la oficina de la jefa, que sin saber tampoco qué mierda hacer con este individuo con nombre extraño y esposa muy molesta, decidió que el nombre pasaría a ser Ramy Mohammed Nasr Ateya, apellido: Nasr. Ella elaboró otra teoría, que a su vez se contradice con la partida de nacimiento de Ramy, que dice explícitamente que su único nombre es Ramy. Porque Ramy, aceptémoslo, es un tipo muy simple, pero con identidad bien complicada.

Después el otro problema era yo, que en Egipto estoy casada como Regina Fernando Calcagno (para los que no saben, Fernando es “el gordo”, alias Ferucho, alias gordito lindo, alias papá).  Porque esto de poner todos los nombres de los hombres por línea paterna se aplica a TODO EL MUNDO, hombres y mujeres, ante la carencia de los apellidos.

Uf, todo un dramón identitario… que cuesta MUCHA plata arreglar: viajes a Buenos Aires a la Embajada de Egipto, papelitos, certificaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, comida en Buenos Aires, transporte, vuelta a Rosario, vuelta a Buenos Aires para más, nuevas y mejores correcciones… y entre todo este lío, trabajar, trabajar, trabajar mucho, muchísimo, mucho… y como si no fuera poco… ayer empecé a cursar.

¿Y uds encima pretenden que me ponga a escribir en un blog? Sí claro, porque si como estuviese tan al pedo… el casorio. La tercera vez que me caso con Ramy. Ya suena gracioso, nos divertimos haciendo boludeces, riéndonos de nuestros propios destinos (ninguno de los dos jamás hubiese querido firmar un papel) y de un futuro que nos obliga a casarnos (y tal vez, a seguir casándonos). Pero felices, haciéndolo con gusto… y ante todo mucha gracia.

Me siento perdida, en una ciudad que amo pero que siento extraño, perdida de tantas responsabilidades y a veces sin saber por donde empezar… pero ante todo feliz… y eso compensa muchísimo ;o)

R

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