Después de las discusiones en el taxi, los desencuentros en los museos y el cansancio de un día agotador, por fin cenábamos todos en paz, olvidando nuestras pequeñas riñas familiares de la jornada. Es así: cenamos todos juntos, a veces arriba, a veces en nuestro departamento, abajo. Algunos cocinan, otros lavan platos. Nos preocupamos por los demás, nos reímos de nuestras propias debilidades, cada uno cuenta su día, sus andanzas... Se rompió nuestro lavarropas, pero vamos panchos al 4to piso a usar el de arriba. ¿Por qué no discutiríamos como en cualquier familia?
La comida estuvo genial, una noche maravillosa al aire libre con toda la vista del Cairo. Para sorpresa de algunos, la parilla argentina no es única en el mundo: en Egipto es exactamente igual e inclusive con carbón. Nos pedimos una con Ramy; había desde pimientos hasta pollo y todo tipo de carnes. Simplemente delicioso.
Por fin volvíamos a casa, los dos solos, a descansar y poner paz a una tarde extenuante. Eran las 6h30 de la tarde, y después de haber paseado toda la tarde bajo el rayo del sol desde el mediodía, entre tirones, idas y venidas, Ramy había entendido mi mensaje: quiero volver a casa, quiero hacer las paces.
Ya habíamos quedado todos en encontrarnos a cenar en el Parque Azhar. Volvimos a casa y le expliqué a Ramy mi mala onda durante la tarde: no era él, ni los insoportables comentarios pseudo-nacionalistas de los franchutes, ni el calor... era el idiota que me había seguido en el subte a la mañana. Básicamente, ese imbécil había arruinado mi día. Creo que a partir de ese momento tomé conciencia que mi vida en esta sociedad vale menos que la de una cucaracha. Y eso me enfurecía mucho...
Ramy me abraza, me escucha descargarme, me mira y me besa. No dice mucho, no tiene mucho para decir. Comprende lo que le digo y lo comparte, pero sabe que ninguno de los dos puede cambiar la realidad en la cual vivimos.
Besos, abrazos y mimos de por medio, hicimos las paces, nos bañamos y nos vestimos para salir. Esa noche me puse mi "potato bag", pero abajo llevaba oculto mis jeans super ajustados. Era mi revancha del día. No al pedo uno pierde 10 kilos, ¡si no es para disfrutarlo!
La visita por el Cairo Islámico
Los bazares estaban llenos de colores, gente que nos sonreía, hombres que llevaban y traían productos, animales, verduras, carne chorreando sangre... todo lo que puedan imaginarse. Algunas calles están inundadas y hay que ir sorteándolas como se puede. Lo único que me da pica es pensar de dónde viene el agua... si en el Cairo jamás llueve. Cuando llegué a la respuesta, preferí dejar de pensar y mejor seguir caminando. Me la imaginé a mi vieja en un mes y medio y me maté de risa. Son esas postales mentales que uno imagina.
Aprovechamos y entramos en una mezquita, cuyo nombre ya no recuerdo, y un señor por unas pocas libras, nos guió e hizo todo un recorrido interno hasta arriba de la cúpula, en donde suena el llamado para cada oración del día. Fue impresionante, lejos la parte más hermosa de la visita. Ni que hablar de la impresión de la altura, la maravillosa vista del Cairo, la estrechez de las escaleras milenarias en piedra... y llegar a la altura, sentir que estás en el cielo, y el sol que ya no quema, el aire fresco que uno siempre se pregunta dónde está.... Sin palabras.
Cuando salimos, ya eran cerca de las 5 de la tarde. Todos seguían camino hacia otras mezquitas, más mercados, era un recorrido maratónico. Yo ya estaba cansada y quería volver a casa a bañarme y hacer las paces.
Mohammed Ali mandó a construir en 1830 la mezquita más famosa de Egipto - que lleva su nombre. También conocida como la Mezquita de Alabastro. Es un monumento increíble, espectacular, construido en buena parte con ese material. Sin embargo hay que decir que el Cairo se identifica por su gran cantidad y diversidad de mezquitas, por lo que la Mezquita de Alabastro es una visita obligatoria, pero no única.
La mezquita puede ser visitada (no en todas se permiten turistas). De hecho creo que prácticamente se utiliza como lugar turístico, salvo los viernes que es el día religioso musulmán más importante de la semana. Entramos con los pañuelos cubriéndonos la cabeza, descalzos y nos sentamos a descansar - y a escondernos de un sol de mediodía totalmente agotador. No traje mis lentes de sol - porque no me acostumbro a usarlos - y sufrí como una condenada: el sol pega tan fuerte que prácticamente es imposible abrir los ojos. Haber elegido este horario para hacer la visita es una misión suicida.
Luego visitamos, también dentro de la ciudadela, las antiguas cárceles en donde hay recreaciones de prisioneros - como en la cárcel de Usuhaia. Estuvo buenísimo pero no entendí bien por qué, no se suponía que estuviésemos ahí... así que un guardia vino a pedirnos que nos fuéramos. Tal vez quería dinero - suele suceder a menudo aquí - y como los chicos no le iban a dar ni un centavo, nos sacó rajando. No importa, yo ya había sacado mis fotos ;o)
Cuando visitamos la Mezquita de Sulayman Pasha, yo ya estaba rota los huevos de ponerme ese trapo en la cabeza que me asfixiaba. Necesitaba comer y un aire acondicionado URGENTE. Encima me había olvidado mi chal en casa. Por suerte Cécile había traído uno para mí, aunque era en realidad un monton de pañuelos para el cuello atados con un nudo. Pero ató tantos... que era una soga interminable y no tenía la más puta idea cómo mierda acomodármela. Todos entraron, y yo afuera con Ramy tratando de ponerme el pañuelo en la cabeza - es obligatorio que las mujeres se cubran para poder entrar. Ramy muerto de la risa, y yo puteándolo para que me ayude. Él tratándome de explicar que era Egipcio pero no mujer y que por lo tanto jamás en su vida había aprendido... Por suerte los dos guardias eran dos mujeres. Una de ellas se me acercó, me hizo seña para que me quede quieta y en dos segundos tenía un velo que me cubría todo el cuello y la cabeza... como una verdadera musulmana. Wow! Mi mundo cambió por completo. Me miró y me dijo en árabe que parecía como la luna - o algo así - que Ramy tradujo diciendo que era muy hermosa. Le agradecí el cumplido y el haberme enseñado a ponerme el pañuelo: no era algo que usaría mucho en mi vida, pero sí algo que sería útil aprender. El mundo se ve completamente diferente. No es lo mismo ponerse simplemente un pañuelo en la cabeza "a la occidental", que cubrirse. El mundo se ve más pequeño y acotado... pero también más tranquilo.
Descansamos un rato mientras que unos hombres rezaban. Yo ya no quería moverme para ningún lado. Es imposible describirles el dolor que sentía cada vez que caminábamos abajo del sol. El calor, el agotamiento, el hambre, la sed... La puta madre! Eran las 2 de la tarde!!!
Por último visitamos el Palacio Harim (harén). Era justamente el Palacio Real donde vivían lás mujeres del Rey. Hoy es el Museo Militar, en donde se detalla toda la historia del ejército egipcio, desde las guerras faraónicas hasta la última guerra con Israel. Lo más loco es una estatua, unos metros antes de la entrada principal, de un soldado sosteniendo un arma en una mano y haciendo el símbolo de la paz con la otra. Nadie sabe muy bien qué representa y por supuesto tampoco tiene una placa.
Para cuando llegamos al Museo Militar, mi paciencia llegaba a su límite. Entre el calor, los chistes sobre Egipto de mis camaradas franceses y correr de un lado hacia el otro porque Alexis tenía que llegar a tiempo a no sé dónde, me tenían todos ya las bolas por el piso. Y el Museo Militar creo que fue la gota que colmó mi vaso. Escuchar a los franchutes reirse del Museo "porque figura como si Egipto hubiese ganado todas las guerras y fuera un ejército invensible". La verdad, personalmente, no conozco ninguno museo en Francia que cuente la historia de Francia como perdedores, ni la matanza de miles de mujeres durante las cacerías de brujas en la Inquisición, ni museos que cuenten cómo los franceses tenían que salir desde bases británicas durante la Segunda Guerra Mundial porque ya ni siquiera tenían un país! Todos los museos que vi en Francia, "oh, casualidad", cuentan la historia de una grandiosa y gloriosa Nación... ¿Por qué los egipcios no habrían de hacer lo mismo? Ni que hablar del museo Militar en Francia! Después, riéndose de la participación de Egipto durante la Segunda Guerra Mundial, escuho la frase más irónica - e ignorante - que me hace sulfurar: "Bah, para cuando los egipcios entraron en la segunda guerra nosotros ya los teníamos rodeados a los alemanes". Rodeados??? PERO SI REPITO: NO TENÍAN PAÍS! Tenían una capital en un pueblo perdido en el medio de la nada, todo el país ocupado y tuvieron que venir los yankis a rescatarlos! POR FAVOR!!! Me revienta cuando la gente necesita engrandecerse a costa de otros.
El Museo Militar era impresionante, y me pareció muy interesante. Lástima que todos corrían, porque Alexis llegaba tarde, y estuve adentro, exactamente, máximo 20 minutos... Y encima había que salir al sol nuevamente! NOOOOOOOOOO, era una pesadilla.
Como ya sabrán, o imaginarán, los taxis en Egipto no tienen taxímetro. Se trata básicamente de regatear con el taxista: depende de la distancia, de qué tan bien uno sepa regatear, de cuánto conozca el camino, de qué tan bien hables árabe y si portás o no cara de extranjero. Pero Alexis y Francois, que aaaaaaaaaaman practicar árabe - y realmente los admiro - no se les ocurrió mejor idea que regatear el precio ellos en vez de dejarlo a Ramy. Consiguieron un taxi que podía llevarnos a los seis: tenia dos lugares adelante - más el conductor - tres lugares en el medio y tres atrás. Justo para nosotros. Por un camino que no salía más de 5 Libras Egipcias, el tipo nos quiso cobrar, por supuesto, 20. A Alexis le agarró un ataque, Francois dijo que era una estafa y luego de pelearse con el viejo durante 15 minutos - si los 15 minutos que hubiésemos tardado en caminar - yo ya estaba por decir "No importa, yo los pago", cuando Alexis anunció: "Nos bajamos, vamos caminando". Yo no sabía qué hacer: o lo mataba o me suicidaba. Porque si bien el viejo nos quería cobrar 4 veces el valor del viaje, 20 Libras Egipcias dividido por 6 personas son aproximadamente 3 libras cada uno, lo que equivale a... U$S 0,50!!! Menos de 2 pesos cada uno! ¿Ustedes no pagarían $2 por un vaso de agua en el desierto? El hambre, el calor, mi presión baja y las ganas de ir a un baño... valían mucho más que 20 Libras Egipcias!!! Ay, los primermundistas!
Así que caminamos, bajo el rayo del sol, y a todo esto, sin rumbo certero porque nadie estaba seguro de cómo llegar. Caminamos, le preguntamos a la policía - obviamente no sabían ni dónde estábamos - seguimos caminando, preguntando y caminando. En un momento nos detuvimos a comprar unas gaseosas y agua en un puesto en la calle. Obviamente, yo terminé mi agua mineral, y a falta de tachos de basura, la guardé en mi bolso. Pero, para mi indignación, una de las chicas tira su botella al piso. "No, ¿qué hacés?", le pregunto. "Nada, no hay tachos de basura así que no me queda otra, no te preocupes, ya te vas a acostumbrar, acá todo es así, es una mugre". Sí, ya sabía que todo es una mugre, lo puedo ver. "Pero en Francia cuando no hay un tacho de basura, ¿la tirás a la calle o la guardás en un bolso? Seguro que la guardás en un bolso: ¿lo hacés por respeto al medio ambiente y a los demás que viven con vos o porque es políticamente correcto?"
El principio del fin
Hice mi clase normalmente y luego Ramy pasó a buscarme para encontrarnos con el resto en la Ciudadela. El día pintaba lindo pero muy caluroso. Iba a ser un día largo y mi mañana ya había sido interminable. Los 5 minutos de caminata del subte a la clase habían sido infinitos...
Me enojé conmigo misma por no darme vuelta y reputear al enfermo que me siguió en el subte, con el hdp que me cagó el día y con Ramy ... porque era el único que podía ligarla, supongo. Pero aunque hubiese sabido que el día sería intenso, igual lo hubiese hecho todo de vuelta: una cena con amigos en el Al Azhar Park y una tregua amorosa con la persona que uno ama no tienen precio. El resto se cura con paciencia....